sábado, 11 de julio de 2009

El vacío espiritual, para aquellos que han tenido la suerte de no experimentarlo nunca, es un sensación que no se parece en nada a la tristeza. Es mucho peor que la tristeza; de hecho, se parece más a la desesperanza, pero una desesperanza calma en la que no existe la fuerza de voluntad para revertir la situación. El vacío espiritual intenso provoca ganas de morirse, pero un vacío espiritual moderado y constante sólo causa impotencia y malestar. Es algo que cuesta quitarse de encima y que muchas veces te engaña y te hace sentir que lo superaste, cuando la realidad es que seguís en el mismo lugar donde estabas. El vacío espiritual es cuando una persona se enfrenta a la nada, a no tener convicciones ni un propósito de vida. No hay ganas de morir, pero tampoco hay un motivo para vivir. Los días se hacen casi imperceptibles, se pierde la intensidad de las sensaciones y de las emociones. Una película, un libro, una caminata, todo lo que se hace para distraer la mente se vuelve una gran pérdida de tiempo. Todo, absolutamente todo, parece pasajero y sin sentido...

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