miércoles, 1 de julio de 2009

Las ilusiones son efectos de una crueldad total. Uno espera y espera que algo increíble se vuelva realidad. Lo desea con todas sus ganas, y lo único que sucede es exactamente lo contrario. No se vale. Porque a las personas cobardes, las ilusiones nos destruyen. Nos matan. Primero porque no tenemos valor para cumplirlas, y segundo porque (oh! sorpresa), por ese mismo motivo, no se vuelven realidad. Es así: las fantasías no se vuelven realidad para los cobardes. Aquellos que esperamos y esperamos a que la vida cambie, pero que no movemos un dedo para ayudar a que eso suceda, simplemente por miedo al NO, al fracaso, a la humillación. ¡Como si a alguien le importara eso! Somos los únicos capaces de sacarnos de dentro de ese pozo de perdición y todo lo que hacemos es quedarnos a vivir en él. Armamos un campamento, prendemos la fogata y nos quedamos a cazar moscas, nacidas de nuestra propia inmundicia.
Y así estamos, sin saber qué hay más allá de lo que nuestra vista alcanza a ver; quizá más desperdicio humano, quizá un mundo maravilloso.


El valiente tiene miedo del contrario;
el cobarde, de su propio temor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario